Tarde de lluvia.


Golpes en el techo de zinc;
Cae el agua desde el cielo,
Pura y transparente,
Como ellos,
Embelesados con el aviso;
Se avecina la tormenta.

Ellos que comienzan a fundirse,
Sus cuerpos imantados,
No dejan hueco por ocupar.

Un juego de contrastes,
El torso velludo de él,
La piel suavecita de ella,
No pueden separarse.

Abrazados, disfrutan del sonido,
De la Madre Naturaleza.

Se untan los labios mutuamente,
Saben a fruta dulce,
Besos de ananá,
Besos de frutilla,
Besos de vainilla.

Se funden el ananá,
Con la frutilla,
Y la vainilla de testigo.

¡Qué dulzura!
Tarde de agua,
Tarde de frutas.

Sus geografías;
Lomas y valles,
Rocas, arena,
Arcilla para moldear,
Es la estatua del Amor.

¡No dejes espacios libres!;
Le han indicado al escultor,
Antes de comenzar a crear,
Tan bella obra.

Un lienzo acaricia,
Los cuerpos fundidos en uno,
Dedos que recorren labios,
Labios que recorren labios,
Labios que recorren curvas,
Labios que recorren vello.

Así, comienza la comunicación.
¡Regístrelo todo!;
Le han indicado al escultor,
¡No pierda ningún detalle del momento!

Así, el torso de él siente las caricias de una larga cabellera,
El cuerpo de ella, un abrazo apretado, fuerte, bello.
Más bello que él.

Se miran todo el tiempo,
Un gesto de complicidad,
Se ponen de acuerdo;
Se poseerán mutuamente,
Ya no pueden esperar.

Sigue lloviendo,
Ellos siguen los acordes de su deseo.

Primero son movimientos lentos y suaves,
Pero los lentos quedan atrás,
Para dar paso al rock&pop,
Y ellos se mueven al ritmo,
El fuego se ha encendido,
Los leños se trasforman.

En brasa colorada incandescente,
Por sus entrepiernas surge un cosquilleo,
Que cada vez quema más,
Y más,
Y más,
Hasta que,
Juntos,
Se untan con lava caliente.

¡Es el líquido del amor!
Le indican al escultor.

Nuevamente la música es lenta,
Ellos ahora acompañan
Con abrazos suaves,
Las caricias del después,
La Permanencia del Sentimiento.
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