Condena

Oh, virgen!;
¿Para quién resultas ahora sagrada?
Has flagelado tu carne,
Por ese pecado mortal.

Inmaculadamente blancas,
Debían de permanecer tus sábanas;
Te rendiste ante los encantos de Lucifer,
Y El te ha clavado un puñal.

¡Marrana atrevida!,
¡Que descanses!,
El largo brazo del Santo Oficio,
Te ha capturado in fraganti.

La blasfemia de tu cuerpo impío,
Se expiará en la hoguera santa,
En regocijo de bufones,
Devendrá la beatificación de tu alma.

Corren el cerrojo,
Y de tu celda se abre la puerta,
El encapuchado negro,
Te conducirá a tu cadalso.

Te quitan las esposas,
tus muñecas en carne viva.
¡Puedes confesarte!,
Ha llegado el día del juicio final.
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