MALVINAS, IN MEMORIAN
De esa guerra
sí me acuerdo.
Abril de 1982.
Un Leopoldo Fortunato Galtieri,
tratando de
desviar la atención
a las atroces desapariciones,
envió a un puñado
de niños adolescentes,
habló en Plaza de Mayo
a un pueblo engañado,
utilizó
a esos niños adolescentes
para distraer a las masas.
¡Pobres!
Ellos el día anterior
habían jugado a la guerra
con pistolas de plástico,
haciendo guerras de agua,
para hoy salir a una guerra
"De Grandes" (¡De Verdad!),
los entusiasmaron.
Pobres niños,
no sabían
a donde se dirigían.
Llegaron
manejando tanques
a Port Stanley,
pensando que aquello
era lo más grande.
Y la Implacable
Dama de Hierro,
una vez que los tuvo
a su merced,
y se cercioró de ello,
envió
toda su maquinaria
de guerra,
sus aviones,
sus barcos,
y así,
esos niños,
iban muriendo,
algunos
sin entender qué sucedía,
otros,
que de repente entendían
y desesperaban,
y allí sus familias
desesperadas,
les habían enviado
sus hijos a la Guerra.
En cuestión de dos meses
la Dama de Hierro
acabó sin piedad
con todo.
Niños muertos,
y otros,
sobrevivieron,
pero ya nada
fue igual.
Nunca.
Algunos, enloquecieron.
No pudieron
sacarse de la cabeza
la culpa de no haber
cubierto a su compañero
de guardia, ratonera.
Guerra Inútil,
niños muertos.
Al fin y al cabo,
¿valía la pena
por un pedazo de tierra?
¿valía la pena mandar
a niños a la muerte?
(Porque quienes los mandaron
sabían que morirían
sin remedio,
conocían el potencial
del arsenal
de la dama de hierro).
Han pasado los años
desde aquel
triste otoño de 1982,
los que han sobrevivido,
tienen
una marca
imborrable.
Que no se repita.
Anna Donner Rybak