I.
Ultimo aliento,
Levanta esta masa encefálica,
Inflamada,
Tenaza opresora de cráneos,
¡No lo permitas!
Y trepó,
Y trepó,
Y faltándole fuerza,
Así llegó.
Un alto, un respiro,
¡Oh!, cuerpo doliente,
Tus pupilas se contrajeron,
Y viste al Astro Rey.
¡Oh!, cuerpo doliente,
Te bañaste en su calor
Corría una brisa fresca,
Tragaste un aire límpido,
Purificaste los pulmones,
Cambiaste de aire,
Por otro no tan apretado.
Te aflojaste.
Una distracción te traicionó,
Y en menos que canta un gallo
Un golpe brutal
Cayó sobre aquella
Tu caja ósea maltrecha.
Tan brutal fue aquel golpe
Que quebró tus falanges
Destrozando los dedos de tus manos.
¡Oh!, cuerpo en caída libre,
Bajaste,
Y un estruendo
Anunció que tocaste fondo.
II.
Abriste los ojos,
No podías girar el cuello
No sabías si te quebraste algo más.
Las arterias te presionaban,
¡Alguien debe abrir una válvula
Para desahogarte.
¡Ayuda!- dijiste
Con la inútil esperanza
Por la aparición
De un alma piadosa.
¡Ayuda!-respondió
Tu eco en el fondo del pozo.
Intentaste
Y comenzaste una nueva ascensión
No podías sostener la cabeza
Igual que un recién nacido.
La calavera te pesaba,
Pero hacías fuerza,
Entonces te cambiaron las tenazas
Por unas más estrechas.
Y te presionaron tanto
Podrían haberte taladrado los huesos.
Proseguiste la ascensión,
Cargando la sesera,
Apretada por la tenaza,
No sentías los dedos
Tu dolor quemaba
Por las falanges quebradas.
Igual proseguiste.
Habías hecho la última ascensión
En una semana,
Ahora con suerte,
En un mes podrías llegar arriba.
Seguiste como un autómata
No sentías dolor
Un imán en holograma
Te atraía y no permitía
Te detuvieras.
Justo un mes
¡Y nuevamente llegaste!
Un alto, un respiro
Te anestesiaron
No te sentías.
Tus pupilas se contrajeron
Con más dificultad
Un mes en la oscuridad
Quedó fijado en ellas
Y el esfuerzo sería brutal.
Mas entre las puntadas de tu caja ósea
Trataste de mirar al Astro Rey.
Deseabas tanto bañarte
Con su luz
Aspirar la fresca brisa
Y te distrajiste sin advertir
Que tu presión había subido
En forma exponencial.
Y en medio de ir sintiendo
Como pequeñas explosiones
Se sucedían en las componentes
De tu raquídeo bulbo.
Empezó a hacerse de noche.
El calor se había transformado
En una helada brisa
El aire se había mudado
A otras latitudes más propicias.
Y así aún conciente
Sentías la pérdida
De tu razón
De tu luz
De tu movilidad
De tu sensibilidad.
Y de repente
Todo entró en combustión
Y en tu cráneo
Solo hubo fuego
Presión
Humo
Ahogo
… y nada.
III
Abriste los ojos,
Estabas cuadripléjico,
Solo sentías los globos oculares.
Entonces vino en tu ayuda
Una avispa
Clavando su aguijón
Primero en tu ojo izquierdo
Y explotó,
Después en derecho
Y se te reventó.
IV
Ahora vives en un jardín
Y eres una bella planta.
Anna Donner Rybak © 2010
Ultimo aliento,
Levanta esta masa encefálica,
Inflamada,
Tenaza opresora de cráneos,
¡No lo permitas!
Y trepó,
Y trepó,
Y faltándole fuerza,
Así llegó.
Un alto, un respiro,
¡Oh!, cuerpo doliente,
Tus pupilas se contrajeron,
Y viste al Astro Rey.
¡Oh!, cuerpo doliente,
Te bañaste en su calor
Corría una brisa fresca,
Tragaste un aire límpido,
Purificaste los pulmones,
Cambiaste de aire,
Por otro no tan apretado.
Te aflojaste.
Una distracción te traicionó,
Y en menos que canta un gallo
Un golpe brutal
Cayó sobre aquella
Tu caja ósea maltrecha.
Tan brutal fue aquel golpe
Que quebró tus falanges
Destrozando los dedos de tus manos.
¡Oh!, cuerpo en caída libre,
Bajaste,
Y un estruendo
Anunció que tocaste fondo.
II.
Abriste los ojos,
No podías girar el cuello
No sabías si te quebraste algo más.
Las arterias te presionaban,
¡Alguien debe abrir una válvula
Para desahogarte.
¡Ayuda!- dijiste
Con la inútil esperanza
Por la aparición
De un alma piadosa.
¡Ayuda!-respondió
Tu eco en el fondo del pozo.
Intentaste
Y comenzaste una nueva ascensión
No podías sostener la cabeza
Igual que un recién nacido.
La calavera te pesaba,
Pero hacías fuerza,
Entonces te cambiaron las tenazas
Por unas más estrechas.
Y te presionaron tanto
Podrían haberte taladrado los huesos.
Proseguiste la ascensión,
Cargando la sesera,
Apretada por la tenaza,
No sentías los dedos
Tu dolor quemaba
Por las falanges quebradas.
Igual proseguiste.
Habías hecho la última ascensión
En una semana,
Ahora con suerte,
En un mes podrías llegar arriba.
Seguiste como un autómata
No sentías dolor
Un imán en holograma
Te atraía y no permitía
Te detuvieras.
Justo un mes
¡Y nuevamente llegaste!
Un alto, un respiro
Te anestesiaron
No te sentías.
Tus pupilas se contrajeron
Con más dificultad
Un mes en la oscuridad
Quedó fijado en ellas
Y el esfuerzo sería brutal.
Mas entre las puntadas de tu caja ósea
Trataste de mirar al Astro Rey.
Deseabas tanto bañarte
Con su luz
Aspirar la fresca brisa
Y te distrajiste sin advertir
Que tu presión había subido
En forma exponencial.
Y en medio de ir sintiendo
Como pequeñas explosiones
Se sucedían en las componentes
De tu raquídeo bulbo.
Empezó a hacerse de noche.
El calor se había transformado
En una helada brisa
El aire se había mudado
A otras latitudes más propicias.
Y así aún conciente
Sentías la pérdida
De tu razón
De tu luz
De tu movilidad
De tu sensibilidad.
Y de repente
Todo entró en combustión
Y en tu cráneo
Solo hubo fuego
Presión
Humo
Ahogo
… y nada.
III
Abriste los ojos,
Estabas cuadripléjico,
Solo sentías los globos oculares.
Entonces vino en tu ayuda
Una avispa
Clavando su aguijón
Primero en tu ojo izquierdo
Y explotó,
Después en derecho
Y se te reventó.
IV
Ahora vives en un jardín
Y eres una bella planta.
Anna Donner Rybak © 2010