Como la duración de las cosas sujetas a cambio o como los
seres que tienen una existencia finita y con la incertidumbre de si aquel
llamado sucedería después de salir el sufriente de turno del tenebroso salón en que estaba siendo
juzgado su grado de suficiencia o por el contrario el tribunal se tomaría una
pausa de quien sabe cuánto ella aguardaba el tener que probar a todos aquellos
soberbios eruditos su idoneidad para la profesión, inquieta, incapaz de
permanecer en reposo, un tanto exaltada, un tanto desasosegada, mientras se
probaba su facultad para recordar las imágenes de aquellas construcciones que se
le habían mudado a la memoria durante las jornadas del estío mientras la madre
le preparaba el café a la Viena y ella iba devorando la Biblia de la historia
de la arquitectura moderna de Leonardo Benévolo, aquella obra científica de tan
magna extensión como para conformar un volumen gordo y corpulento de costosa
manipulación considerado imprescindible para cualquier estudiante que debiera
de ahondar en la evolución de los diversos movimientos y tendencias y de la
influencia de los hitos trascendentales como el desarrollo de la industria, los
cambios socioeconómicos y las transformaciones políticas que habrían influido en
la historia de la arquitectura, la “ville
Saboye” descansaba sobre pilotes y Le Corbusier había trazado Montevideo en terrazas a la
ladera de la Cuchilla Grande.
Entonces dirigías tus pasos hacia la esquina de 18 de julio
y Yaguarón e ingresabas en el edificio inaugurado en vida de Don José Batlle y
Ordóñez, sede del diario para el que trabajabas, que pudo generar una cultura
de masas a través de la prensa escrita transformándose en el habitual compañero
del domingo de los sectores populares urbanos e incluso a veces escuchabas la
fuerte sirena que indicaba tanto fiestas como tragedias para quizá luego ir
andando presuroso en dirección a la plaza Independencia con el cometido de
llegar a tiempo para ocupar el lugar en la platea que habías reservado para la
función de aquella ópera recién estrenada.
Te espero en la puerta de “Maroñas” con el ansia de una colegiala enamorada para caminar contigo
la única cuadra que nos separa de la Fuente de los Candados y así sellar
nuestra unión ya sea en la tercera o primera entidad.
Anna Donner Rybak ©2012